DELEGAR: COMO HACERLO EN FORMA EFICAZ
DELEGAR SIN PERDER EL CONTROL DE LAS OPERACIONES
Existen varias ventajas que conlleva la posibilidad de
delegar algunas de las propias funciones a alguien más y todas tienen que ver
con el crecimiento personal, como líder, y con el de nuestros colaboradores,
así como de la empresa en general.
La empresa beneficiará por un nuevo punto de vista en la
operación, nuestros colaboradores por lograr entrar en un proceso de
crecimiento, y nosotros como líderes vamos a tener más tiempo para ponernos en
algo nuevo.
Hay que aclarar desde el principio que delegar no significa
ceder un poder, ni perder un control. Si es visto de esta forma, no se estará
hablando de un proceso de delegación, si no que se tratará de una sustitución,
un cambio de persona a cubrir ciertas funciones.
Delegar, en vez, significa dar espacio a un colaborador al
descubrimiento y manejo de nuevas tareas o funciones, manteniendo el control sobre
el proceso que se lleva a cabo, y de los resultados esperados. La supervisión
seguirá existiendo e involucrando nuestro trabajo de líder, mientras lo que ya
no tendremos es la “talacha”, el trabajo manual que involucra un cierto
proceso.
Obviamente delegar incluirá enfrentarse a un cambio, por lo
cual habrá que tener en cuenta de las posibles resistencias debidas a las
costumbres, los hábitos empresariales o aquellos personales, y saber que hasta
podríamos llevar un conflicto en nosotros mismos: la razón nos dice que es
justo delegar, pero otra parte podría tener temor a dejar que alguien más se
lleve lo que hasta ayer hacia parte de nuestra vida laboral… Será necesario
reflexionar sobre los posibles obstáculos antes de empezar a entrenar a alguien,
para que cuando se presenten los podamos reconocer y trabajar.
A parte de los obstáculos de los hábitos internos de la
empresa y de nuestros esquemas mentales, deberemos evaluar bien al colaborador
a quien vamos a delegar y apoyarlo para remover las posibles resistencias: son
varias las que influyen, las trataremos más en detalle en nuestro curso de
liderazgo, pero entre ellas podríamos seguramente indicar una baja autoestima
como el enemigo número uno.
Otra prioridad que necesitamos pensar antes: Llevar a cabo un
proceso de delegación necesita etapas, un recorrido, y éste tiene que ser
sostenido y valorado por datos. Por esta razón tendremos que traducir cualquier
impresión/opinión/sensación en números o elementos neutros, para no echar a
perder o arriesgar el proyecto.
Hay un método en cinco fases, en el cual se instruye a la
persona progresivamente. En la primera fase el líder ejecuta la tarea,
comentándola y el seguidor o colaborador observa.
La segunda fase lleva una colaboración del seguidor, pero aún
será el líder a realizar, esta vez interactuando y pidiendo retroalimentación.
En la tercera fase el seguidor empieza a actuar, bajo la supervisión del líder,
que profundiza el conocimiento y los detalles necesarios.
En la cuarta el seguidor manejará en autonomía, con
retroalimentación de su entrenador, y en la última parte, manteniéndose al
tanto a través de los resultados convenidos, el líder difundirá a la
organización el pasaje de consignas; aún así, mantendrá la
responsabilidad del proceso y de los resultados. Por esta razón el delegar no
puede ser manejado con superficialidad, en cuanto seguiremos siendo los
regidores del proceso.
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